Mi ser está perdido en el tiempo.
Y no voy a robar pedazos de mí misma, para reconstruir el mundo que con apenas una sonrisa, arrasaste en supletorios.
Hay razones a montones, que empujan a mis caderas a acoplarme entre la nostalgia de un pasado, que me ha obligado a darme por vencida, desertando entre heridas esta historia, como animal de sus estrategias.
He perdido el equilibrio entre canciones y me he caído a un vacío que meciéndome entre escritos agitados de toda esta incertidumbre, aplaude mi coraje.
En el epicentro de la mesa, puedes ver un tocadiscos.
En él residen augurios melódicos que me permiten perder el control con algunos pasos erróneamente puestos en escena y un violín desgarrado, que saben de la angustia de tener que omitir tus llamadas que no irán a arreglar nada.
Mientras por las noches ella caerá rendida en tus brazos,
sobreviviré (no por mi falta de apetito) intentando cambiar el mundo de aquellos que están en mejores condiciones y te pensaré sin todos mis consentimientos.
Entenderás que así cualquiera antes prefiera dispararse el seso a vivir,
aunque siga rememorando cada una de dichas noches,
que noches tuyas fueron y también mías
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