Ponme un aro en el cuello, doblegame a beber de tu dopa-oreja dopamina. Lacerame la piel para que al renacer tenga el olor preferido tuyo. Caudaloso por mis venas el hechizo siento arder, subyugado a tu tesoro caigo al agua del placer. Condename a sentir tu angustia peor defendiéndome de tu egoísmo. Que si vuelvo a morir y vuelvo a renacer, yo te elijo para las siete vidas.
Dios nos hace sentir culpas por lo que no hacemos bien, mientras ruedo en el relajo convencido muerto rey. Aceptare tu condición, me debilito sin tu esencia, mi propia invención me tendió una trampa. Pienso en escapar peligra mi alma, miro hacia el oeste y no hay poniente es falso. Integrame a tu ley, compartime el harén, baila mi cerebro desde tu vientre. Imagino tu gracia, me quiero incorporar pero el esfuerzo me desvanece. Fui bañado en la inocencia de un signo zodiacal protegido por urracas donde cunde el matorral.
Embriagame con sangre en privado sabbatt, conteneme mientras hablo lenguas. Si voy por la cornisa, no acepto perder pie, no me empujes hacia tu precipicio. Me rodeaste de fetiches y de objetos de poder la ciencia de tu estrategia me demuestra muerto rey.
El diablo es adulador y te perdona los errores. Miente y me complace hasta ganar mi fe. Poco a poco es dueño de mi fiel confianza. Miro donde miro nunca hay poniente es falso. Solo hay superficie, el diablo es falso.
Solo hay una niña que ha caído al fondo de la garganta del mismo diablo. Nada la rescata ni la recuperara. Vive presa de un embrujo alado.
[Adrian, yo te elijo para las siete vidas]
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