
Mi espalda es fuego, de temprano expuesta al sol. Mi cuerpo empapado siente frío, es sudor. Pero tengo la quinta apestada de inmundicias que arden y lastiman a este pobre corazón. Que de muy temprano purga con sus manos todas las malezas de su corazón. Que si no es de cuajo, vuelven las malezas, que ya no son buenas.
¡Volver a ver, volverte a ver!
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